Vulnerabilidad

Ver demasiado. Sentir más de lo que se puede sostener.
Tanto, que terminas desnudo en medio de la multitud.
Entonces te escondes, te encoges, te apartas.
Te haces pequeño en un rincón donde tus ojos encuentran el punto exacto para dibujar lo irreal.
Y ahí empieza lo absurdo.
¿De verdad están todos de pie frente a esto?
¿Cómo no pueden sentir lo mismo?
¿Cómo no se les sale el corazón del pecho?
Ellos siguen ahí —cargando una arruga en la frente que les obliga a bajar la mirada—
y cuando se tropiezan con la tuya, te declaran enajenado.
Eres vulnerable desde el poco espacio que ocupas.
Y te convences de que el problema eres tú.
Empiezas a dudar:
¿será que el cielo, tan vivo y real, se refleja de verdad en tu mirada desesperada?
¿O serán tus propios ojos —mentirosos— los que te ocultan un cielo vacío?